martes, 5 de mayo de 2015

Fragmentos de DIARIO DE UN GENIO de Salvador Dalí

El día en que empecé a leer Así hablaba Zaratustra, me formé ya mi concepto de Nietzsche. ¡Era un hombre débil, que había tenido la debilidad de volverse loco!

Mi superhombre estaba destinado a ser nada menos que una mujer, la supermujer Gala. 

consideraba a Hitler como a un masoquista integral, poseído por la idea fija de desencadenar una guerra por el puro gusto de perderla luego heroicamente. 

Como con tanto acierto ha dicho el filósofo catalán Francesc Pujols: "La mayor aspiración del hombre, en el plano social, es la sagrada libertad de vivir sin tener necesidad de trabajar".

Sí, durmiendo y pintando babeo de placer.

"Los errores tienen casi siempre un carácter sagrado. Nunca intentéis corregirlos. Al contrario: lo que procede es racionalizarlos, compenetrarse con ellos integralmente. Después, os será posible sublimarlos. Las preocupaciones geométricas tienden a la utopía y son poco propicias a la erección. De lo que, por otra parte, los geómetras no andan muy sobrados".

La necesidad de engullir —hace tiempo que la he descrito en mis estudios sobre el canibalismo— responde más a un deseo impulsivo de índole afectiva y moral que a una necesidad de nutrición. Uno traga para identificarse totalmente y de la manera más absoluta con el ser amado. Por eso engullimos la ostia sin masticarla. De ahí el antagonismo entre masticar y tragar. El santo anacoreta tiende a separar ambas cosas. Para entregarse enteramente a su papel terrestre y rumiante (en cierto modo filosófico), el anacoreta desearía no tener que recurrir, para su subsistencia vegetativa, sino a sus mandíbulas, reservando así exclusivamente para Dios el acto de engullir.

De pronto mi casa se llenó de amigos de Pla. Sus amigos son legión y difíciles de describir. Dos detalles les caracterizan: suelen tener pobladas cejas y jamás les abandona ese aire de haber sido arrancados de la terraza de un café donde llevan sentados por lo menos diez años.

No temas la perfección. ¡Jamás la alcanzarás!

El peor pintor del mundo, desde todos los puntos de vista, sin la menor vacilación ni duda posible, se llama Turner.

Tan pronto como alguien muy importante, y hasta de mediana importancia, muere, experimento la sensación aguda, extraña y a la vez reconfortante, de que esta muerte se ha convertido en daliniana al cien por cien, puesto que, en lo sucesivo, protegerá la eclosión de mi obra. 

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