viernes, 29 de mayo de 2015

Fragmentos de CARTAS A LAS GOLONDRINAS / CARTAS A MÍ MISMO del gran Ramón Gómez de la Serna

CARTAS A LAS GOLONDRINAS


La golondrina llega tan lejos porque es la flecha y el arco a la vez.

Os quiero escribir porque sé que se os debe carta desde hace siglos, carta que os abarque a todas, carta para agradecer vuestra hermosa poesía sin contenido, hermosa en su distraer y disuadir de las raquíticas y mezquineras ideas económicas que quieren llenar toda el alma contemporánea. ¡Cómo os reís de esa menudencia que se llama contenido!

Por eso os escribo, porque estoy conforme con vuestro presencial “todo sigue igual”, siendo lo estable en la Naturaleza, lo devenirista, lo sensato.

...en la cola vuestras largas plumas timoneras son, con su forma de tijera abierta, la tijera que corta el hilo del invierno.

...sois una “flecha mística en busca de un corazón”

Queridas golondrinas: sois las anclas del alma que en su angustia se siente llevada lejos por presunciones de ciclón

Sois la alegría del rasgueo de la carta cuando ya la humanidad se ha hecho al estado de pésame y hay que seguir viviendo y tener esperanza.

Comprendí lo que me decíais descifrando las señas que me hacíais ayer: “Vive en la onda serena y para la onda vaga, lumínica y etérea y así sabrás irte a donde no sabes como supiste entrar en la vida desde donde no sabías”.

Sé que vuestros ojos de gotita de tinta me ven echando humo por mi pipa como una chimenea más entre las chimeneas y que creéis aún que soy un espía robanidos que está esperando que nazcan vuestros hijos para comérselos.

...en vuestras alas y en vuestro ir y venir de espías.

Rubricáis el cielo, pero vuestra rúbrica no firma ninguna sentencia, es sólo la prueba de firma y rúbrica que hace el niño que comienza a escribir.

En medio de la gran farsa que se representa aquí abajo —ya sabéis que yo procuro no tomar parte en ella— vosotras vivís la sinceridad sencilla con plumas brillantes, con ojos de azabache. ¡Qué envidia vuestra liberación en lo altísimo, vuestro juego sin asociaciones!

Os lleváis en el pico los gusanos de nuestra muerte invernal y aligeráis la vida de sus corroedores sistemáticos.

Sois como paréntesis de una idea que vuela gracias a sus paréntesis.

Vuela con vosotros alegre el luto que no tuvimos, el luto de lo que aún vive.

Vuestros ojos están hechos de pedacitos de ojos humanos, dos gotitas de ojo cuajadas en las órbitas.

Sois como todos los lazos volando y poneís corbatita de capricho a la severa tarde.

Sonreís a lo que significa almanaque

...al conocer, como conocéis, el sol en la cornisa, conocéis lo mejor del mundo.

Con vuestras cabezas sudafricanas y vuestros ojos de rocío que ve, sois cascabeles negros que hacéis al Occidente alegre hermano del Oriente.

Sé que sois hoces del cielo, que dais cuenta, como segadoras incansables, de las mieses invisibles y cosecháis el trigo azul que será el pan de los poetas.

...dibujáis en el cielo los planos de las ciudades futuras con los tiralíneas y compases de vuestras alas.

Veo que os bañáis un instante en el agua como la mano que sólo roza el agua bendita, y después persignáis el cielo.

...os afiláis tanto en el aire que hay ratos en que sólo se os ve el filo.

Lo mejor de la vida es este entrecomillado de golondrinas que rozan el corazón y sobresaltan el idilio.

Tenéis algo de prestidigitadoras y aparecéis y desaparecéis a la vista como si hubiese para vosotras misteriosos burladores o invisibles bolsillos en el cielo.

P.D. —Recuerdos a Bécquer.


CARTAS A MÍ MISMO


El hombre bueno no está enfermo de sí mismo, sino enfermo de los demás, de su contagio inevitable, pues lo contagioso de ese género aprovecha la soledad para venir infernalmente a vernos.

Tengo la ventana abierta, y en la noche serena del verano oigo a un niño que llora y llena el anchuroso silencio de los sucesivos patios de una nota de agonizante que me hace pensar que los niños comienzan a llorar de muerte.

La luz no sabe dónde está ni dónde queda su llave...

...gracias al alma, que es el paracaídas que se abrirá cuando caigamos en los insondables abismos, el paracaídas que no fallará, que se desplegará como una medusa en el agua, dándonos cuenta súbita de que vivimos en otro elemento del que salimos sin saberlo y al que volvemos al fin.

Siento fenómenos de acabóse.

...sin ella el mundo dejaría de tener el espacio necesario.

...el escándalo de la vida, donde abundan los sin alma, que han formado el cuadro del exterminio de los con alma.

...llévense todo lo que tengo a mi lado, menos a mí

El mundo es una almoneda, y entre los cuatro cacharros y las cuatro cosas de la almoneda vive uno escuetamente.

Las cartas son escribirse de lo que no se sabe que va a ser.

Cada día noto que no se explica lo natural más que por lo sobrenatural y por eso querría hablar sobrenaturalmente.

Te diría que cada vez estoy más solo y me voy quedando sin mí mismo.

Gracias a que no perdí tanto porque siempre he estado distraído, en vuelo sobre las mezquindades humanas, fiándolo todo al correr de las nubes y dando mi fortuna con desprendimiento sumo, sin querer retenerla, ansioso de estar solo con mi pobreza.

...perderemos lo único que tenemos: la tregua

“Esta espera es una propina de vida”.

...refuerza toda pausa

...tú eres yo y yo soy tú, ni gemelos siquiera, sino los dos un hijo único.

...las únicas cartas que quedan contestadas al escribirlas

Ahora veo que escribir sinceramente es el artificio más difícil del mundo.

En estas cartas lo que quiero lograr es decir algo de lo recóndito que hay en mí. ¿Qué es lo más recóndito de lo recóndito? ¿Los guantes que por dentro tienen las manos? ¿El sombrero de copa que llevamos dentro del pecho y del que sacamos lo más cordial de que somos capaces? ¿Ese cubo con peces que sacamos del lago interior?

Les ganamos la partida a los obcecados y fanatizados, pudiendo decir lo que queremos. Entremedias de la brutalidad es bonito decir la frase inaudita.

No hay felicidad como la de pensar lo que se quiere en vez de pensar en lo que los demás quieren.

La muerte, que podía ser un horrible dismigajamiento de la carne, es sólo una notificación, que por eso nos da tiempo y serenidad.

Como no estoy esperando a ninguna hora para vengarme de nadie ni de nada —bastante nos venga la vida sin insinuárselo la nada—, esa llegada de mis cartas al jardín es tranquila, como un desplegar de periódicos extranjeros.

La vida que nos rodea inextenso es como una pandereta y el más cordial símbolo de esa pandereta es la luna.

No. La vida es esta contemplación, esta contemporización y que la policía persiga a los ladrones que quieren encarecernos demasiado la vida, los fratricidas por ambición, demasiada gentuza para comerse a un hombre solo.

...tú sabes que un minuto que se tenga de verdadera indiferencia y de ocio con el corazón alegre, basta para vencer todo ese atosigamiento del ruido de la máquina del gran cálculo en el salón central del Banco de la vida.

El mayor pecado del hombre y de la mujer —de la mujer sobre todo— fue y sigue siendo la ingratitud, el no ver que el mundo hasta en la mayor pobreza desvaría de riquezas —sobre todas la gran riqueza de la locura— y tan gran pecado fue el que necesitó toda la grandeza de la Redención para hacerlo perdonar de algún modo, para que el hombre pudiese optar al premio de la inmortalidad divertida.

Estas cartas deben quedar, porque son un halago a la rebeldía; no se las pasan denunciando al clima y a la Historia, sino que, por el contrario, quieren revelar que en nuestra época también hubo un espacio de serenidad para las almas que no enloquecieron.

Nuestra correspondencia va a acabar como todo.


Necesitamos no saber lo que piensa aquel a quien deseamos escribir. Tiene que haber perspectiva y diferencia entre aquel a quien escribimos y nosotros. 

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