viernes, 2 de septiembre de 2011

Atrapada rebeldía

Subido a la vereda del mundo
donde creo más en la injusticia
que en el amor
veo
cómo menstrúan monstruos
las monarquías,
cómo hay una violencia
exagerada en los contratos,
cómo los raptos del ser
se enardecen.

Subido allí,
a la mancha del olivo
donde salta la desgracia
en picacoz,
donde todos los espejos
tienen déjà vu,
miro
cómo quisiera enrolarme
en los invernaderos,
cómo quisiera darle
un premio Nobel
al maíz,
cómo quisiera
negar
el andamiaje.

Pero yo,
que podría perfectamente vivir sin las películas
de Disney,
que me adaptaría en segundos
al adiós de los montajes,
que cambiaría el coche diesel por borrico
y sabría contar sin la mecánica;
yo,
que siento asco de mi patria y de la tuya
que sintonizo a las razas a todo color,
que sacrificaría a un millón de antenas
para poder comunicarnos,
yo,
en los cines de verano,
en los periódicos,
yo,
con bólido en revisión
y calculadora,
yo,
con mis reglas en papeles,
y mi distancia a lo gitano,
con mi móvil
de última
exageración.

Y así todos
atrapados
en silenciosa
rebeldía
de la que
se ríen
el petróleo,
la antena,
la calculadora,
el ladrillo:
terrorismo
camuflado.

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