domingo, 5 de septiembre de 2010

Danza macabra

No entiendo la coronación del empacho,
el homenaje a la sobra en la despensa,
la necesidad de necesitar adornos,
las pieles que abrigan la calumnia.

Se han puesto demasiadas columnas
en los esbozos de los cuellos,
y en las mansiones se acumulan
pobrezas hechas de canica.


El mecenas dice arriba al rayajo,
arriba a la estría fulgurante del esteta;
nos hace buenas personas el tacón,
nos hace buenas personas la envidia.


¡Ciclotimia hay en el derroche, ciclotimia!
Mas todo callan los tapiceros,
todo callan los lampareros,
todo calla en el sillón.


Nadie es feo en el gimnasio,
nadie es feo si la joya
ha tapado las basuras
y a flores huele en el salón.


A fuerza de perfumes el vertedero
parece ahora una musa,
a fuerza de cloacas la excusa
tiene aires de secreto.


Y yo me pierdo en las esclusas
donde nada vale el verbo,
¡es el tiempo del cerdo, es el tiempo,
y, en el estiércol, qué guapas las rubias,


y, en las mejillas, qué hermoso el moreno;
somos la generación perdida del descanso,
la lija del acicate, el apagón del estruendo,
saldrá caro para el seso, saldrá caro!


¡Dancemos de forma macabra,
dancemos!

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