miércoles, 29 de septiembre de 2010

Vergel

Sin ánimo de pulcro
el arte se embebe,
se atreve, de leve
explora agasajos.

En la fuente del patio
los verbos copulan,
los nardos escuecen,
no teme la nieve
al fracaso.


El poeta se excusa
del semen, del basto
envilecer los hijos,
su garganta es una esclusa
donde acuden los vergeles.


Conserva una gota
de aljibe, de hueste
que luego muerde
y, entonces,
el poema.

Huelga


La imponente magnitud del verso
columpiado
en los ojos fríos donde salen
a tender los pescadores
tiene el agua inmóvil
y ése es su silencio.


El lago ahorcado en el cisne,
donde el timbre del poeta
sabe del bosque
vacío de generaciones
por negarse éstas al otoño.


Los retoños crecidos,
la poesía que muere
pues el verso es inmiscible
a la probeta.


De puro esteta
el poeta
está en paro.


Ni la huelga
da licencia
a sus deserciones.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Traslado

En mi casa de fogones apagados,
en mi casa de escarola transgredida,
nada hay valioso salvo el canto.

En mi casa sin cariños ni faroles,
en mi casa los niños mayores
se relevan las cuchillas,
en mi casa de cerveza los cajones
hay toda suerte e hipocresía
en el moho de la poesía;
en mi casa los portones
están abiertos para el pájaro.


En mi casa donde rondan las legañas
y escasos turnos hace la alegría
hay una orquesta en la plaza
tocando el himno a la desidia
y estatuas rotas por si ocaso.


En mi casa anochece el espejo,
en mi casa vive un hombre sin techo
que soy yo
y me traslado.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Sometido

Ahora ya sé, y me someto.

Un rayo de sangre atraviesa
mi ojo derecho
de par en par
porque la gente muerta
ha necesitado estudiar
siete años de carrera
para decir, pero no decir todavía,
pues la gente muerta
ha necesitado investigar
aún otras muchas madrugadas
para decir, pero no decir verdaderamente:
Te quiero,
pues es necesario, repito,
para decir cosa tan fácil
siete años de carrera,
un máster en cardiología
y palparse levemente el corazón.

Por eso
ahora ya sé, y me someto.

Porque la gente muerta
reposta en otra gente muerta
y es virgen aún para decir te quiero
pero largas colas en la gasolinera
advierten que la gente muerta
hará el amor pensando
que Dios se masturba
pero es la poesía la que
le hace el amor a las cosas
mientras la gente muerta
se arroja al onanismo.

Así como el relámpago
sale de la tierra
cuando no se soporta,
así,
ahora ya sé y me someto.

Porque toda la gente muerta
hace cola por el lado
por el que sangra mi ojo;
toda la gente muerta
aplaude al morlaco
pues a ciencia cierta
sabe lo cerca que está
de su condición.

Toda la gente muerta
expresa
su miedo a la soledad,
su miedo al abismo,
su miedo a la muerte
en la tumba roja
de mi ojo.

Por esa razón
ahora ya sé, y me someto.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Nuevo blog... ¡de música!


Mi colega Ángel y yo nos hemos decidido y hemos empezado a construir un blog musical, creo que va a estar interesante para quienes gusten de este arte


Para visitar al recién nacido sólo hay que pulsar en la imagen.

REM

También el rocío se agrupa en los cuerpos que no han dormido a la intemperie. Reserva su impecable capa de marzo para sucumbir a los hombros donde descansan las vanidades.

La noche crea valles en el omoplato.


Cuando la cabeza descansa entre el origen de tanta suerte de arroyo, la piel es el meandro donde empiezan a nacer tentáculos de metal que salen del cuerpo a toda prisa buscando en el pasado fotografías que se adhieren a los episódicos manantiales que vacacionan en el cerebro.


Las dendritas juegan por la noche al periscopio.


En cuanto se despierta, nadie avisa a las fibras que aún están chapoteando en los kilómetros de lo vivido y es posible retener el sueño siempre que éstas se hallen lo suficientemente lejos para que, a su regreso, haya sido cubierto el recordatorio de sus vísperas.


Casi todas las mañanas lloran por los codos.


También la intemperie se agrupa en los cuerpos que no han dormido en el rocío.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Irreflexión poética

Mido la poesía por los centímetros que me levanta del suelo, también por los centímetros que me mete hacia adentro del suelo, por las plantas que me hace bajar. Viajo en ascensor cada vez que leo poesía y es ella la que pulsa la planta siguiente. A veces me quedo durante horas en el mismo sitio con el motor estropeado, una avería silenciosa donde no saltan chispas, un error tranquilo e indefenso; entonces bajo del ascensor y me subo a otro y entonces nuevamente visito pisos llenos de gloria, pisos donde se pasa de una celebración inaudita a un infierno sin precedentes, un mensaje humano que me transporta. Eso es poesía. Todavía me fascina saber que los grandes compositores del mundo necesitaran del libreto y crearan sus maravillas sólo inspirados en él, como si fuera la clave, como si sin ello fuera imposible dar paso a la orquesta. Al servicio de la palabra la música, al servicio de la palabra el concierto.

Todos los días la poesía, esa palabra, se me mete en la cabeza, algo así como contar coches multicolores en la autopista. No hay casi ninguno pero entonces, ahí está, ¡uno!, dices uno después de un mes, dices dos después de tres meses y tiene que pasar mucho tiempo para decir tres, he visto tres coches multicolores, he visto tres poemas, ¡viva, viva! Es todo un acontecimiento porque es como encontrar una rareza en las tiendas de discos, un milagro. Por eso me parece imposible el poeta de oficio, ¿cómo un poeta que sólo es poeta puede escribir poesía? No quiero ni imaginar el desastre que sería levantarse y saber que lo que tienes que hacer ahora es escribir poemas, como si hubiera versos que operar, como si hubiera estrofas que enladrillar, como si ya alguien se haya molestado en traerte el material para ponerte manos a la obra; como si dentro de una serie de cajas ya tuvieras dispuestas las palabras para empezar a tapar la gotera del tejado. Hay que ser un sumidero muy grande para conseguir tal cosa. Supongo que habrá albañiles de la metáfora tan preparados pero es una idea que no me entra en la cabeza.

Y luego están, no te lo pierdas, los que se creen poetas. Y se lo creen en serio, los que conciben una idea más o menos trascendente o ni eso y le cogen gusto a eso de recitar y publicar libros donde ir acumulando sus basuras. Los hay que creen que si la cosa rima, ya está hecho y los hay que se creen super revolucionarios de la poesía si no lo hacen. Los hay que se pasan el ritmo por los mismísimos y nos cuentan el último polvo explícitamente puesto en sucesión de frases más o menos bien dispuestas gramaticalmente y separadas por la longitud que ellos deciden otorgar al verso. El problema está, creo, en que no han aprendido nada. Creo que todos los arquitectos del mundo han reunido una serie de conocimientos antes de atreverse a construir del mismo modo en que estoy seguro que para ser un poeta tienes que conocer, aunque sea un poco, el material que hay tras nosotros para seguir avanzando. Pero hay una tendencia demasiado exagerada a leer sólo lo que se escribe hoy y la verdad es que con eso no se aprende mucho. Los poetas buenos de hoy han tenido el detalle de engullir salvajemente lo que otros han hecho para encontrar su camino y es muy complicado encontrar una senda libre de naufragios cuando se parte sin nociones mínimas. Falta respeto a la labor, mucho respeto.

Estas ideas se me han venido a la cabeza cuando hoy regresaba a casa tras echar una mano a Alicia Roy a recoger su exposición en el hotel Lusso. Venía frustrada como cualquier artista que no ha vendido nada en varios meses de muestra. Me contaba que en la última exposición fotográfica en la que participó casi nadie prestaba atención a la obra de los demás cuando una compañera de facultad había puestos en grandes marcos algunas fotos de sí misma desnuda rodeada de un montón de actores porno con el pene en erección, una maravilla para los ojos. Alicia había trabajado en el movimiento y la mayoría de sus fotos cuentan una historia en dos posiciones remarcadas en la misma visión. Luego tomamos un café y hablamos de la sociedad marcada por el sexo, la muerte y el dinero. Alicia, que tiene mucho talento, está pensando en abandonar igual que lo ha hecho una amiga suya brasileña que se vino a España a comerse el mundo, otra muchacha con un talento increíble a la que le permitían desde el cariño trabajar gratis en importantes fanzines a las que aportó buena parte de su arte por nada. Tanto Alicia como esta chica son personas que, desde el principio, se lo han tomado en serio; de hecho Alicia trabaja mucho las ideas y es un torbellino de consejos en cuanto se le plantea cualquier situación. Cuando le di clases por amor al arte, sabiendo que yo vivo por Canillejas, se fue al lugar, tomó montones de fotografías e hizo un cuadro escueto que refleja con precisión la vida del barrio que habito. Del mismo modo en que, sabiendo que yo era andaluz, colocó un montón de situaciones mágicas e inesperadas para mí para regalarme el otro que me dio. Nunca me he sentido tan rico desde que tengo ambos colgados en el salón. El problema es que ni a Alicia ni a su amiga de Brasil se les ocurrió la genial idea de ponerse en pelotas en sus fotografías y así les va.

Del mismo modo creo que en la poesía hay que desnudarse, claro que hay que hacerlo, pero por favor, me importa muy poco el kamasutra poético, la anécdota inútil, la poesía underground que no le llega al pachangueo ni a la suela. Tomémoslo en serio de una vez, ya que hay una generación de poetas, ya que hay dos focos en este país, vamos a dejar el listón en algún sitio, que se mueva el ascensor aunque se encasquille, que alguien diga algo de una vez sin rascarse la entrepierna.

Lo que pasa es que antes los poetas se daban de ostias por tomarse un algo con Schubert para inspirarlo y ahora es Lady Gaga la que encabeza la lista de éxitos.

Lo llevamos claro.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Danza macabra

No entiendo la coronación del empacho,
el homenaje a la sobra en la despensa,
la necesidad de necesitar adornos,
las pieles que abrigan la calumnia.

Se han puesto demasiadas columnas
en los esbozos de los cuellos,
y en las mansiones se acumulan
pobrezas hechas de canica.


El mecenas dice arriba al rayajo,
arriba a la estría fulgurante del esteta;
nos hace buenas personas el tacón,
nos hace buenas personas la envidia.


¡Ciclotimia hay en el derroche, ciclotimia!
Mas todo callan los tapiceros,
todo callan los lampareros,
todo calla en el sillón.


Nadie es feo en el gimnasio,
nadie es feo si la joya
ha tapado las basuras
y a flores huele en el salón.


A fuerza de perfumes el vertedero
parece ahora una musa,
a fuerza de cloacas la excusa
tiene aires de secreto.


Y yo me pierdo en las esclusas
donde nada vale el verbo,
¡es el tiempo del cerdo, es el tiempo,
y, en el estiércol, qué guapas las rubias,


y, en las mejillas, qué hermoso el moreno;
somos la generación perdida del descanso,
la lija del acicate, el apagón del estruendo,
saldrá caro para el seso, saldrá caro!


¡Dancemos de forma macabra,
dancemos!

sábado, 4 de septiembre de 2010

Estatua

Hay camino que parece
derecho al hombre, pero
su fin es camino de muerte.

Proverbios 16:25


El brazo crudo de la estatua
caído al suelo en el intento
de la piedra por alcanzar
el ave
sabe demasiado
de lo quieto.

Por eso
la tortura
de los pliegues
del cincel.

La mano viva que se rompe
y hace añicos los anillos
donde descansaba
el aguacero,
alcanza en el éxtasis
de su palma
el rubor
de la caída.

Sangran
por la escultura
las arenas.

El hombre que intenta atraparse
se ha quedado en los hombros
y por el camino las arterias,
las mangueras
apuntan al espanto.

Por el lado del camino
que lleva a la muerte
el hombre permanece
por si ocaso.

Y a la venus
le faltan
los planetas.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Nada

Se ha convertido el muchacho
en un monstruo de tristeza
y por eso los higos de los ojos
y por eso la escalera de lo abajo;
tiene trabajo la carreta
donde transporta su pena
hecha siglos;
tiene trabajo el monóculo
que le enseña nada
en los rincones donde los árboles
transpiran niños
que fueron a pescar
a la arteria del muchacho
hecho trazos
de olvidar.

Se equivocan los trenes
en el túnel de su pecho,
de compararse con su arca
el otoño se ha alegrado.


Cuando el corazón se convierte
en una bola de cristal
y en la bola hay agua
y en el agua hay nieve
y nadie mueve la bola
y nadie mueve la nieve
y nadie mueve el corazón...
¡Nada,
nada,
nada!