viernes, 13 de agosto de 2010

Paréntesis

Paro en Madrid unas horas para no hacer de golpe los mil kilómetros de viaje que emprendí ayer. He escrito mucho en lo que llevo de vacaciones pero, gracias a Dios, en los pueblos en los que medito no hay nada parecido a una conexión de ninguna clase, así que ya lo iré subiendo poco a poco. También he pintado demasiado, tanto, que siempre llevo fragmentos de gris en los dedos como si empezara a convertirme en uno de mis cuadros.

Hay demasiadas mujeres bonitas en Andalucía. De hecho Andalucía me parece cada vez más una cazuela donde se cocinan como en casi ningún otro lado los ojos más destructivos que cabe imaginar. No te destruyen realmente, lo hacen para renacer de modo súbito en una cabalgata de poemas que ya no saben qué más decir. Juro que he mirado cabelleras de pelo rizado y moreno entre las que hay escritas una por una todas las notas del quinto movimiento de la Sinfonía Fantástica de Berlioz y esto es algo que se ve todos los días en la costa de Granada. Y luego están las brutalidades de las gentes del lugar que me hacen reír como un chiquillo y volver a hablar con mi tono jiennense de siempre para encajar entre los pescadores y asumir sus ojos llenos de vino, los ojos más marítimos que hay en el mundo, los ojos donde la luz toda se llena de barcazas. La luz.

Con mi buen amigo Ángel comenzaré en septiembre un blog dedicado a la música, haremos más o menos lo que hace el Neorrabioso con sus anecdotarios de escritores y diversas muestras de lo que vamos escuchando. Puesto que cada vez estoy más seguro de que todas las formas de arte parten de la misma búsqueda, el objetivo será compartir cosas que sentimos interesantes y necesarias para que todo el mundo las conozca.

En cuanto amanezca salimos hacia Cantabria y yo, que me da igual el sitio siempre que tenga cerca lápiz y papel, seguiré leyendo como un bruto en Potes como en Comillas como en Santa María de Cayon, y seguiré diciéndole a la muchacha lo suave y negro que me parece su corazón, lo suave y negro que me parece todo. Y me perderé por entre cimas que desconozco, cuaderno en mano y llenaré de pentagramas las islas que divise a lo lejos. Y me plantaré cerca de una bonita iglesia para pintar, con precisión, un zapato de tacón para escrutinio de los andantes.

Me he dado cuenta en este tiempo de que ha habido una alineación de planetas que ha provocado un sinfín de rupturas sentimentales entre las que se hayan una de las más hermosas poéticamente hablando. También me he dado cuenta de que Nares cumplió un año más, cosa que brindé frente al Meditarráneo. También he notado que a mi madre le preocupan mis encierros y mis escapadas sin sentido, y mis madrugones para no escribir absolutamente nada y pintar aún menos frente a la playa, pero hacerlo cada vez con más entusiasmo, con más ira y con más inspiración. También he notado que a mi padre le da exactamente igual pero le molesta que ponga a toda voz la novena sinfonía de Beethoven mientras yo pinto y él recoge las berenjenas; o que ponga a toda voz los nocturnos, todos, de Chopin, mientras él ara la tierra. Mi padre me dice: pero hombre... escucha algo máh positivo... niño, eso qué pollah eh? Qué pollah eh eso? Y mientras pinto mi padre quema los escombros que entre todos recogimos y se enfada cuando tiro al fuego más de la mitad de los cuadros empezados: Niño, tú ehtáh gilipollah, entonceh pa qué pollah pierdeh el tiempo con esah cosah? Y es que no sé por qué, no es propicio lugar para la pintura Torrenueva pero yo me niego y sigo y destrozo la mitad de las cosas que empiezo hasta dar con lo que busco, hasta verme ahí, en los primeros trozos de lienzo que empiezan a volar aún ardientes por el aire.

Eso sí, luego duermo como un niño y tengo sueños maravillosos que me hacen despertar plácidamente y descansado para seguir la rutina del movimiento de caballetes y pinceles y versos y de todo a la vez, con música de fondo, con arena de fondo y más allá el mar, la ola y luego yo en una isla, y luego yo.

Por una parte tengo ganas de regresar a la rutina para contar todo, para reescribirlo todo, para perder ese maravilloso tiempo, para dejar constancia de nada, nada, nada.

Por eso he nadado tanto, por eso.

4 comentarios:

Nares Montero dijo...

Se te echa de menos Morillas, pero tienes que volver! Me debes un abrazo! XD
Es genial leerte!
Bss
N

laura dijo...

las cosas siempre pasan por algo,te lo dice una amiga q tendras siempre aunq no te lo creas.Tu me ayudaste a abrirme y ahora soy mas feliz.Q no conseguira un andaluz cabezota!!un musu

Adolfo González dijo...

Pedrillo, este mes de septiembre, Dios mediante, nos vemos para no beber absolutamente nada;)

Alex Ogalla dijo...

Hola Pedro, me ha hecho mucha gracia las palabras de tu padre. Tengo muy buenos recuerdos de mis tres años viviendo en Granada. Celebro que sigas pariendo arte y que no seas conformista contigo mismo y tus obras. (siempre que esa exigencia no sea contraproducente jeje)
Un abrazo!