martes, 27 de julio de 2010

Auditorium

Entras en la caverna donde no hay nada
y, entonces, el oso.

El ritmo disuelve el beso que fue domado
tras la tapia
y abrazas una pared donde es rugosa
la valquiria.


(La noche anterior una tormenta había
pulverizado la espina dorsal
de los milagros)


Entras en los planetas donde hay un cementerio de oídos que dorofonean las haldas del pinzón
y, en el pecho, te sucede una guerra de labios enviscados
de gloria donde no ha cabido el vilipendio.


El ópalo de la vida canta a coro
y en siete violines se ahorcan los vientos que plañen
el sonido del que no es capaz la planta.


La hornacina se ha propuesto callarse
las ruinas estivales
y escuchar a la maceta donde
ha crecido el mundo.


Entras en la garganta de Dios
y, en re menor suena
la novena sinfonía.


¡Alegría!
O freunde, nicht diese töne!


Como una tapia
el señor Beethoven
nos ha tapiado.

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