viernes, 16 de abril de 2010

Matemática poesía


Supongamos que equis es un subconjunto
del conjunto vectorial
de todos los granos de café
de Colombia.


Supongamos que equis se aproxima
a tu ojo.


Que mi habitación esté llena de ojos
equivale a decir que mi habitación
está llena de tazas de café
y esto implica que mis aspas
involucran y raspan al molino.


El límite de tus ojos tiende a infinito,
así que equis es igual al océano
y, estadísticamente, su media
es naranja.


Supongamos, en cambio,
que Colombia es un subconjunto
del conjunto vectorial
de todas las equis,
de todos los molinillos,
de todos los cafés.


Supongamos que equis es drogadicta.


Que mi casa esté llena de jeringas
equivale a decir que por mi casa
ha pasado tu ojo en procesión
y el amor es irrefutable.


Así que:
si el límite del infinito tiende a tu ojo,
podemos decir que equis es igual a la lluvia
y por eso llora abril
en su límite por la izquierda.


Ahora bien:
si equis está en Colombia
y yo sólo bebo el café
de Madrid,
la distancia entre los vectores
es más o menos
el Atlántico.


Finalmente supongamos que equis
eres tú,
supongamos que equis es igual
a sesenta kilos de trinitrotolueno.


Despéjate.


El amor es incalculable.

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