lunes, 6 de julio de 2009

No sé dibujar, luego dibujo


El otro día una amiga me decía: Pedro, escribes infinitamente mejor que dibujas, pero (y haciendo un fuerte énfasis en ello) I N F I N I T A M E N T E mejor. Vamos, que básicamente me dijo con cierta alegría que no sabía dibujar. Y yo que soy piedra, que me hiero con tan sólo el agua que se me coagula, que empecé a dibujar en serio porque una antigua novia me regaló un cuaderno de esos de pinta y colorea porque decía que los dibujos de mis mapas en geografía eran horribles y que me salía por todas partes y no sabía en absoluto diluir el color; me dije: paciencia, puedes hacerlo y puedes inventar los colores y pintar con eso que nadie utiliza porque tarda mucho en secarse, y me reciclé y me grité basta y sin demasiada paciencia me puse a jugar. El bueno de Fernando me dijo: tus mejores cuadros son aquellos a los que has dedicado más de una tarde, date tiempo. Y así hice, así surgieron los funambulismos hexagonales, los retratos místicos de mi madre, los augurios típicos de la sinestesia... No conforme con ello ahora quiero fotografiar mis sueños y recién comienzo fotografiando realidades para entrenarme, para no romperme del todo aún dentro de mi piedra. Agradezco a Noelia su taladradora, su pequeño martillo capaz de derruir fortalezas; con ello me especializo en escupirle con más fuerza al volcán.

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