domingo, 5 de julio de 2009

Mi segundo recurso a una multa


Madrid, 2 de Julio de 2009



Estimado Tte. Alcalde Delegado del Área de Jaén Sostenible:


Antes de escribir este segundo recurso he navegado y naufragado por la red buscando las plantillas adecuadas, el lenguaje apropiado y algunos ejemplos de recursos muy graciosos cuyo tono podría invocar aquí. También me planteé hacer uso de un lenguaje completamente ininteligible como el que se suele usar de manual en la burocracia, lleno de referencias a artículos aburridísimos, parrafadas enormes donde minuciosamente no se dice nada y donde se trata al receptor como ganado encerrado detrás de muchas leyes, mil alegaciones y cientos de frases que por su vacío humano asusta. Pero yo, que antes que burócrata soy persona, que antes que ingeniero soy humano y que antes que ganado me reconozco hombre; y no se crea que de los malos; tras deliberar sobre la forma que debía acoger para referirme a usted, elegí esta que puede leer y que espero que agradezca ya que no recomiendo a nadie la náusea de que me vi envuelto cuando me puse a buscar uno por uno los artículos que me rodeaban en esta metáfora del animal acorralado.


La verdad es que no tuve mucha suerte la mañana de aquel hermoso 26 de junio del año pasado cuando a eso de las 11.20 de la mañana aparqué mi Citroen Xantia en la calle Joaquín Tenorio con la exclusiva finalidad de acercar una silla de ruedas a la Clínica Geriátrica La Inmaculada donde vivía mi tía Antonia García Carrascosa en la habitación 414. Este hecho puede usted corroborarlo aunque no nos sirva ella de testigo ya que desgraciadamente falleció en diciembre. No quiero con esto usar la pena como recurso. La pena es que yo aparcara con cierta tranquilidad en aquella calle junto a muchos otros vehículos que cometieron el mismo error y a los cuales supongo que el Agente de Policía Local de Jaén número 2416, al que amistosamente voy a llamar a partir de ahora, Fernando, por ejemplo; premió con la misma falta que a mí. La cosa es que tan sólo me dio tiempo a besar pudorosamente la frente de la hermosa anciana, acurrucarle la sonrisa ante la nueva silla de ruedas y regresar al lugar para comprobar que el bueno de Fernando había efectuado su labor de aquella mañana de forma óptima y precisa; supongo que no se puede usted quejar, la calle estaba llena de coches aparcados, fue un buen día de caza. Admito que recogí la bella multa del parabrisas con sorpresa que se convirtió en resignación cuando anduve a lo largo de la calle para comprobar la señal semitapada por las ramas de un árbol cercano; tenía el coche aparcado justo en la otra punta; como ve usted no tuve mucha suerte aquella mañana. Pensando en la historia que envolvió mi caso, me vienen a la cabeza las muchas otras que rodearon a otras personas aquel día; habría de todo, claro está, la gente de Jaén que conociera mejor que yo la ciudad supongo que aparcarían allí aún a sabiendas de la posible multa que siempre es una lotería. Recuerdo una muchacha que venía muy contenta con una tarta en las manos; sabrá usted que junto a la plaza del Posito hay una pastelería muy buena; pues bien; también a ella le salió caro el pastel porque el amigo Fernando; quien, ojo, estaba en todo su derecho y eso no lo puedo discutir, le había amargado en aquel minuto el merengue. No sé si ella le habrá contado a usted esa historia de la tarta que no me negará que también es muy bonita; no tanto como la mía, claro está, pero bonita. Me imagino unas cuantas más, no todas tan románticas, pero parecidas. Es una lástima que del envoltorio que tapa a todas ellas, sólo importe un número que nos identifica, una matrícula que nos penaliza y una resolución que se nos coloca en plantillas, con cierta rapidez, pues imagino que seamos muchos los cazados y las presas, ya se sabe, o se domestican pronto o podrían salir a correr con demasiada libertad, esa palabra.


Me disgusta, por ejemplo, que en la notificación que me enviaron expresen literalmente: Durante el trámite de alegaciones el denunciado/a alegó en su defensa lo que a su derecho convino y que aquí se da por reproducido para, a continuación, no reproducir nada y luego, ya sabe, esa enumeración preestablecida de los fundamentos de derecho, que es para echarse a llorar; pero yo, que pertenezco a esta generación de cansados y de la que me niego rotundamente a dormir no quería agachar sumisamente la cabeza de buenas a primeras ante la autoridad sino expresar como estoy haciendo y como supongo que debía haber hecho desde el primer momento en lugar de consultar con un amigo abogado que me enumeró las claves y me escribió un tratado bastante bueno sobre recurrir multas es fácil si sabes cómo, la sensación que voy palpando en torno a mí del animalillo encerrado que poco puede hacer, salvo cavar un poco todos los días por si hay suerte y la libertad es una palabra que se hincha un poco aunque se cave, que existe un poco aunque no se diga.


Y nada más, ahora voy a escribir otro recurso al alcalde de San Lorenzo de El Escorial que podría darle muy buenas ideas, como poner un día de casualidad folios en los carteles de las zonas de aparcamiento pegados con precinto para pagar también los fines de semana consiguiendo así que los habituados a ir allí a pasar la mañana del sábado y aparcar tranquilamente como era costumbre, sean pillados graciosamente por sorpresa. No sé si este buen hombre conseguirá que al final pague la multa pero ha conseguido que ya no vaya tanto por allí. No me gustan las ciudades atestadas de cepos.


En cuanto a usted; bueno, no se moleste mucho por la ironía, entiendo que usted hace su trabajo y que las cosas funcionan así y que qué le vamos a hacer; que incluso en tiempos de crisis hay que recaudar, y recaudar más; esto lo sé por mi padre que no ha sido multado en su vida y desde unos meses a esta parte se le acumulan como a mí las transgresiones. A mi abuelo no tanto, porque nunca aprendió a conducir salvo para guiar a sus borricos o bestias como él los llama, a ese campo primero que llenó de olivos su sudor. Yo también sudo, no se crea, y siempre intento pagar por lo que me parece justo; esta multa no la creo así y por eso se lo comunico; aunque la última palabra la tiene usted. No sé si después de este intento se puede recurrir más; si es así, le prometo que la próxima vez le escribiré en verso, se me da bien eso de jugar a la estrofa; es más humano que mis derechos.


Sin otro particular, le saluda atentamente:




Pedro José Morillas Rosa




Pd. Recuerdos a Fernando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

CON DOS COJONES ESTOS NOS ROBAN LA
CARTERA TODOS LOS DIAS YA NA SALGO
DE CASA UN CORDIAL SALUDO.







AGUR