miércoles, 21 de febrero de 2024

La soledad es una especie de locura
















La soledad acompaña vehementemente. La soledad es una especie de locura.

Cruzeiro Seixas


Me gusta transitar lugares solitarios,

dejar el dolor en los riscos, vaciar

un cuartel de máscaras en el lindero

y esparcir la tristeza: serrín del alma.


Me gusta ir dirección al sol pensando

que en él está mi cabeza, que la luz

es aquello que desgrano, que unos pasos más

y al fin podré pensar de verdad: sin cuerpo.


Pero la realidad es esta ceniza que va cayendo

y voy colocando en almendros y madrigueras;

en algunos nidos encontraréis mi corazón:

altavoz hecho con dientes mellados de aves.


Me gusta, sí, transitar pasillos misteriosos,

mirar hacia atrás y comprender de repente

que Dios hizo inabarcable el universo

para que entrara en él completa mi soledad.

Cabellos que son presidio















La libertad nos dura lo mismo que el salir

entre las piernas de la madre humedecida.

Cada uno de nuestros cabellos son presidio,

cárcel es la boca misma y el pensamiento.


Yo nací en contra de todos los albores,

recorrí los ríos hacia arriba siempre, ¡abajo!

sí, la vida es este origen acostumbrado,

esta encerrona gris de la ciudad perpetua.


No soy mejor porque hayan muerto los amigos

o vea las hoces ya corroídas en la granja,

mi alma es este desgarrarse contra lo blando,

este irse a todas partes con ojos descosidos. 


Por más que me entren cismas por la boca

y aligere el paso de los suicidios bellos,

yo abro temprano la puerta ocre de la algaba

y juego a ser otra cosa, a ser de todo sin mí.

Planicie: desfiladero
















Esas personas que van cogidas de la mano,

¿acabarán yendo a algún sitio juntas?

¿comerán resquicios en el mismo desfiladero?

¿vivirán a la vez, es decir, amarán al unísono?


Son preguntas que me hago los sábados,

estudiando fluidos en medio de la biblioteca,

¿será verdad esto que miramos, en mi mente

se mueve algo o se fabrica mimbre azul?


Te confieso que fui de tu mano por otra senda,

que miramos el mismo mar de aguas distintas,

que comí precipicios en aquella planicie

donde nos amamos como músicos perdidos.


Yo puedo creer en tu dolor sin verlo, olvidarlo

como las manos difusas que un día se sueltan,

daría todo mi temblor por ser tú en el camino,

por ver el paisaje que imaginas cuando paseas.

El amor se colecciona















Antes de que llegara a nuestra vida la epopeya,

todo era simple como un manojo de flores

cogidas con la arrugada mano del tiempo:

orvallo que caía sobre tu cabeza y la mía.


Se sucedían las tardes borrosas y azules,

viajábamos sin ruedas, comíamos aire puro

en montañas desde las que no podía verse

ni nuestra figura. El amor era un ascua viva.


Paseos largos por parques, cuadros y películas

nos llevaban a encuentros propios inauditos,

hacíamos el amor de memoria en cines viejos

y el mañana era ese túnel que aún no existía.


Igual que nuestra frente el amor se puso añejo,

esperando en el hijo la llama nueva, voladuras

de esperanza rayaban océanos, nos anunciaron 

entonces que tendríamos un niño por etapas.


Y ahí se abrió el agua del letargo frío y lento,

el amor también habita en cuevas y duerme

protegido de la distancia, a deshora y vivo

todavía su brasa en la cara aún se enciende.


Nada se acabó aún sino que se ha repartido,

el amor se colecciona y se presta, se retuerce

y luego descansa en las venidas nuevas.

Ahora está en ti, en mí y en el hijo nuestro.

Desnudo en la jaula del abismo















Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia.

Fabián Casas


Todo lo que se ama forma una costra

y levanta el polvo todo lo que se olvida,

caminarás tan rápido como el río

que, de viejo, rompe la orilla y descansa.


Te dirán: sigue adelante; entonces frena,

cumple tus sueños; lánzalos al torbellino;

nunca dejes de intentarlo; abandona,

planta un árbol; quema un bosque,

escribe un libro; cierra todas tus páginas,

ábrete al mundo; enciérrate por fin.


No hay consejo más sabio que el que

nadie aún se ha atrevido a darte:

aparca el coche en medio de la ventisca

y adéntrate desnudo en la jaula del abismo;

allí estará esperándote el futuro,

ese precipicio liso como la fiebre.


Todo lo que perdura acumula el fuego

y se pudre todo lo que al fin se alcanza,

te darás cuenta demasiado pronto

de que la vida es la sobra del instante.

La vida sin mí
























La vida sigue sin mí esta tarde,

fría como la boca del bostezo,

nubes naranjas ríen y se ocultan 

en los parques de la ciudad inmensa.


Niños atrapados en sus cuerpos juegan,

padres atrapados en sus cuerpos guían,

una mujer atrapada en su cuerpo

conduce un autobús.


Yo estoy fuera de las voces,

estoy fuera de mis manos,

más allá de mi vista sin ojos

me miro, me mezclo en la confusión

de esta tarde donde sigue la vida sin mí

y camino triste por los carriles nuevos,

por las recién estrenadas sendas 

que me llevan a mí y todos estos cuerpos

a este mundo que sigue ya siempre

veloz como las ruinas, sin nosotros.

viernes, 21 de julio de 2023

Querido ser


Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos.


Bhagavad-Guitá


Querido ser que te afanas en allanar montes,

en reubicar ríos y en tapar la boca sangrante

de los insectos, que conviertes el frío en cautela

y muy de madrugada buscas casi todo lo que

no eres ni serás ni habrás sido nunca,

querido y pobre ser que lloras y ríes perdido

en esta locura redonda y amarilla que llamas

levantarse, que rezas a la memoria y al delirio

y matas con el miedo del rencor y los disfraces.


Querido ser, para y observa durante un siglo al

 menos el color de las caléndulas, la luz del

 agua al retirarse, el pecho del mirlo, el sonido

de las piedras que sobre sí mismas dispones.

Hay en tu rastro todavía una vela tensada 

que te lleva a ese olvidarse necesario, mira

en los signos de los manglares, come la bruma

del laberinto que de ti has hecho, solicita

cobijo en los nidos de las oropéndolas, huye

de ti hasta perderte de vista, grita tu nombre

hasta olvidarlo, invita a quienes encuentres

a rechazarte, sal de tu humilde sopor, recorre

el pasillo de espejos del candil de la historia 

y arremángate lo bastante el cerebro para huir.


Querido ser, imparable destructor de mundos,

mil soles no te bastarán para iluminar tu cara,

elige esta tarde, hoy, este ridículo instante,

date prisa, humano, llegó la hora de descansar.